Navegando por Internet me engancho con noticias, tropiezo con imágenes y mil cosas me atrapan en la red.
jueves, 24 de diciembre de 2020
viernes, 11 de diciembre de 2020
Los otros manteles
Un
año más vuelve la Navidad. Aun faltan días, pero este año todo lo hemos
adelantado algo mas, bien sea porque disponemos de más tiempo o quizás porque
estamos deseando que acabe este año.
Como
cada año, abro cajones buscando adornos, luces y manteles. ¡Otra vez de nuevo
busco mis manteles! Y según los busco despiertan en mí recuerdos, nostalgias y
mil sensaciones. Escarbo y encuentro, allá en el fondo, manteles
que bordé hace años, con aquella blanca puntilla prendida en su
entorno. Acuden a mí el sonido de aquellos bolillos que unas manos movían
ligeros en las horas cálidas de aquellos veranos. Hay otros manteles bordados
por mí, que quedan de nuevo en la parte baja, el azul, el blanco, aquel de
cuadrados a punto de cruz, porque son pequeños y ahora mi mesa es más grande y
ya no me sirven.
Manteles
llegados desde Portugal o desde Canarias, manteles que alguna persona querida
trajo de Bruselas, encajes, bordados, puntillas, todos los manteles que me
traen recuerdos yacen en el fondo, sabiendo que no asistirán a las familiares
comidas del tiempo que viene. Ellos ya tuvieron su tiempo de gloria y logran
traerme el recuerdo de aquella persona que pensando en mí, me trajo hace tiempo
una de estas joyas.
En
otros momentos mis manteles blancos me contaban cosas que habían escuchado en
mis mesas puestas a los familiares y amigos en la Navidad y ahora, en cambio,
soy yo quien pregunta al ver los manteles cubiertos de papel de seda en ese
cajón ¿Qué fue de mi gente? De aquellas mujeres que fueron y son para mí importantes,
que se preocupaban de que yo , al casarme, llevara un ajuar de sábanas, toallas
y manteles de distintas medidas, colores y formas: un mantel azul con
aplicaciones blancas de ganchillo, mantel de Vichy, manteles de cuadros,
orillas hechas a ganchillo, dobladillos eternos hechos en aquella casa, en
aquella terraza en verano.
No
me queda nadie de aquellas mujeres que en aquellos tiempos cuidaron de mí, me
enseñaron a enhebrar agujas, a usar el dedal, a bordar a mano, a tantas y
tantas labores que ellas sabían hacer y a las que jamás yo pude igualar…
Volveré
a cerrar el cajón de siempre, el de los manteles que todos los años al llegar
Diciembre abro para preparar la mesa de la Nochebuena, la de Navidad, la de
Nochevieja y el que he de poner la Noche de Reyes con los tres roscones
rellenos de muchas sorpresas y al fondo, cubiertos de seda quedarán de nuevo
los otros manteles y antes de cerrarlo los contemplare y recordaré y me
ayudaran a nunca olvidar a aquellas personas que fueron las alas que impulsaron
mi vuelo al futuro sin miedo. ¡Benditas mujeres, os quiero!