Ser de Cartagena
Escuché hace algún tiempo de boca de una persona de fuera de nuestra región decir: – Si no vives en el eje que discurre desde la calle Mayor hasta la Alameda no eres auténticamente cartagenero- y aquello me produjo sorpresa, perplejidad y rabia.
Cartagena es mucho más que “el eje”. En Cartagena hay muchas más Cartagenas.: La Serreta, el Ensanche, la calle del Duque, los barrios todos: el de Los Dolores, San Antón, Santa Lucía, Los Molinos, La Concepción., los más modernos que han ido surgiendo a partir de los años sesenta.
No sé porqué aquella decía que Cartagena era tan sólo esa pequeña porción. Tal vez quería indicar que los vecinos de esa zona tienen unas características peculiares, pero de la misma forma todos y cada uno de nosotros estamos hechos de una pasta mitad herencia y mitad barrio. No “respira” igual alguien nacido en Santa Lucía con su luminosidad, con la brisa marina llenándolo todo, con la vista del mar, que aún siendo el mismo mar, no es el mismo que se contempla desde lo alto de la Muralla del Mar, ese sitio que les concede el privilegio a sus vecinos de contemplar la bocana, los faros y hasta la isla de Escombreras.
No es lo mismo, de igual forma que los que nacieron en la muralla de Tierra, fueron durante muchísimos años dueños de todo el espacio que abarcaba su vista hacia el Ensanche. Desde el Cantarranas lograban ver el tren desde que salía de la estación hasta que se perdía en el Barrio de Peral, Los Molinos.otro barrio peculiar con sus casas de recreo similares y a la vez diferentes de las del Barrio de Los Dolores en donde los niños y las niñas crecen en auténticos huertos donde se puede oler la primavera en las flores de los abundantes jardines.
Cartagena milenaria, los que han tenido la suerte de vivir en Cuatro Santos, Concepción, Faquineto o en la Puerta de la Villa y han jugado sobre ruinas históricas y sin saberlo ellos mismos están impregnados de ese pasado grandioso que les hace andar erguidos y orgullosos de ser cartageneros.
Los vecinos que residen en La Serreta, la Caridad y sus múltiples callejas, tienen suerte, pueden ver a la Virgen, Nuestra madre cuando bajan, cuando suben y cuando van a la compra. ¡Claro que son diferentes! No es lo mismo el vivir en San Antón, con sus fiestas populares, que en el barrio de la Concepción atravesando ese puente entre la boria que sube de La Algameca, que vivir en esas calles por donde pasan siempre los desfiles procesionales. Los vecinos de estas calles tienen un modo de ser diferentes por completo del resto y es que escuchar desde casa las marchas o los cohetes y adivinar qué agrupación está ahora saliendo de Santa María les hace ser diferentes. No es lo mismo.
Igual que son diferentes los que viven respirando el salino aire de mar y que no saben estar alejados de su puerto, de las gaviotas, los barcos... Conozco a cartageneros que viven en Tentegorra o en Santa Ana y para ir a sus casas desde La Manga o Perín, necesitan dar el rodeo necesario para pasar frente al mar.
Cartageneros distintos, diferentes en sus maneras de hablar y sobre todo pensar y aunque tengamos aquí comercios de todo tipo para unificar la ropa, el mobiliario y hasta la marca de coche, cada uno de nosotros llevamos grabado a fuego una huella diferente que nos hace ser distintos según hayamos nacido en una calle o en otra y aunque digamos que somos de Cartagena, en seguida confesamos orgullosos de que barrio, de que calle procedemos y es por ello que volviendo al inicio de este escrito no es verdad que sean sólo los del “eje” los auténticos: yo soy de aquí y he nacido cerca de la palmera del lago, he vivido en el paseo (así nombramos aquí el paseo de Alfonso XIII) después me fui hacia el ensanche y ahora vivo en Tentegorra ¿y por no vivir en las tres calles del Centro yo no soy cartagenera? No tengo ninguna duda: soy de aquí, de pura cepa. Cartagenera ¡y a mucha honra!