¿Existe
Dios?
Tengo
grandes dudas sobre ello, sobre todo desde que se puso en marcha el “Programa
Mundial de Navidad” ¿Qué no lo conoces? ¿Qué no sabes que exista ese
Programa? En eso consiste: en que sutilmente todo cambie sin que nos demos
cuenta de ello.
Recuerdo mis Navidades de
infancia, aquellas fechas que olían a tortas escaldadas y a polvorones que
recorría toda la casa de mis padres de un extremo a otro. Sobre el aparador del
comedor se colocaba un Belén con serrín en el suelo y talco encima de los
montes de corcho. Terminada la cena de Nochebuena con abuelos, tíos y montones
de primos, cantábamos villancicos acompañados por botellas de anís, raspadas
con tenedores por los mayores de casa. Luego felicitábamos escalera abajo a los
vecinos camino de la Misa de Gallo.
Recuerdo también las Navidades
de finales del siglo XX y los inicios del XXI, cuando aún no se había puesto en
vigor el citado Programa de Navidad y las calles estaban llenas de BELENES,
ESTRELLAS DE NAVIDAD, REYES MAGOS y sonaban villancicos recordándonos que era
NAVIDAD y que el Hijo de Dios se hizo hombre para traernos un mensaje de Amor y
Paz. ¡Eran otros tiempos!
Ahora es otra cosa: Desde
Noviembre e incluso antes se nos recuerda que hay que comprar, que hay que
consumir, que hay que gastar mucho dinero para conseguir ser feliz y hacer
feliz a todo el mundo de nuestro entorno porque se acerca el FIN DE AÑO, porque
viene el AÑO NUEVO, porque vamos a reunirnos con amigos en la nieve, en la
comida de empresa, en la cena de familia, en una casa rural, en Port Aventura,
en Eurodisney, o el Caribe.
Estas fechas son maravillosas,
llenas de regalos y más regalos, perfumes, joyas, cine, música, estrenos, luces
de colores y ¡que bonitas están todas las calles de nuestras ciudades! ¿Alguien
ha visto alguna estrella? ¿Pastores? ¿Ángeles? ¿Reyes sobre camellos?
¡Ah, se me olvidaba que el Programa Mundial de Navidad no tiene nada que ver
con aquello que ocurrió en Belén! La Navidad es la fiesta del gasto, del
consumo, de ser feliz, de comer, de beber, de cantar, de viajar y repetir
“Muchas felicidades” a cada momento.
¿Y?... ¿Qué fue de aquello que
nos contaron de un Dios Padre que envió a su Hijo al mundo para traernos un
mensaje de AMOR y PAZ? ¿Quién recuerda que un Ángel del Cielo le dijo a
una Virgen que concebiría un niño por obra del Espíritu Santo ¿Sigue siendo verdad?
¿Existió de verdad todo eso?
¡Qué bien ha funcionado el
Programa Mundial de Navidad! Ha pasado como un rodillo suave, suave,
disimuladamente sobre nuestra historia y nuestro pasado, cambiando la Navidad
que conocimos en nuestra infancia, en nuestra juventud, la que transmitimos a
nuestros hijos por estas Fiestas de invierno, Fiestas de fin de año,
Fiestas del nuevo año, vacías de su auténtico contenido, vacías de Dios.
Aunque ahora que lo pienso:
¿Realmente existe Dios? Hay un dicho excelente que dice: “DE LO QUE NO SE
HABLA, NO EXISTE”
P.D. Buscar las imágenes ha sido todo un problema, ya que buscando NAVIDAD en Google me han aparecido renos, bolas, nieve, regalos, y hasta gatitos con gorros de Papá Noel y he tenido que recurrir a los grandes artistas del pasado...
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