El arte en Cuenca
Esta semana he
estado en Cuenca. Sede del arte, casa de la belleza, lugar donde la luz
construye una paleta variada de colores. Las Hoces del Júcar y el Huecar juegan
con la piedra y el agua y las mil escalerillas y cuestas nos conducen a lugares
sorprendentemente hermosos. Aves, nubes blanquísimas, brillantes verdes,
piedras y agua son el paisaje de Cuenca. Y en esa Cuenca conviven museos y
fundaciones con pinturas y pintores, artistas de todos lados que reflejan en
sus lienzos lo que Cuenca les ofrece…
Título: Cruz y raya.
Autor: Antoni Tápies
(Sin comentarios...)
He
estado en Cuenca y regreso llena de dudas, sorprendida desconcertada al
descubrir mi ignorancia, mi incultura más profunda. Lo siento. Yo que admiraba
a pintores y escultores en París, Madrid o en Roma. Yo que he llegado a llorar
emocionada contemplando el colorido de un atardecer cualquiera o el paisaje del
otoño, las marinas o los veleros, he mirado y remirado grandes obras en estos
grandes museos, tan famosos y juro por Dios que siento una pena enorme al no
ser capaz de descubrir la belleza en estas pinturas. Me he asomado a los
balcones de la casa colgada y me he quedado prendada de esos paisajes de
piedra, agua, verde y azul. Una paleta de mil colores.
Soy analfabeta, inculta o lo que queráis llamarme. Lo siento. ¡Qué
más quisiera yo, que ser capaz de encontrar en esos cuadros, esculturas y
objetos que veo, miro y remiro de arte abstracto su mensaje y su razón de
existir!
Tras abandonar el último museo que he visitado en Cuenca, descubro un párrafo escrito en latín en un muro del exterior. No se traducirlo y pido ayuda y me dicen que es algo así como “Una cosa es segura: todas las obras del hombre están condenadas a perecer" y me consuelo al estar de acuerdo con los grandes pensadores de otros tiempos (Séneca) ya que la belleza de la naturaleza no es efímera ni pasajera como las obras de los hombres.