martes, 18 de enero de 2022

¡Feliz Año Nuevo!

 

Tengo que escribir, tengo que obligarme a ello aunque no me apetece o más bien no sé para qué escribir. Despedí el año e inicié éste sin tener ganas de nada, no solo de escribir, sino de leer, pasear o cualquier cosa que me hiciera salir de la rutina diaria necesaria para sobrevivir. Todos los días me parecen iguales y sin embargo todos los días ocurren cosas distintas: Alguien muere, tal vez demasiados, alguien nace, aunque muy pocos se deciden a nacer en estos tiempos extraños y los días pasan y los meses también y llega un Año Nuevo lleno de ¿esperanzas, ilusiones?

Recuerdo otros años en los que brindábamos felices en Nochevieja porque creíamos firmemente que el año entrante nos daría nuevas experiencias. Soñábamos ilusionados con multitud de proyectos y nos decíamos unos a otros “el nuevo año voy a…” y ahí colocábamos un proyecto, un viaje, una actividad, cualquier cosa que nos ilusionara, pero este año llegó la Navidad sin las maravillosas reuniones multitudinarias de otros años, llegó Nochevieja y las uvas entraron lentamente en nuestra boca sin brindis, sin promesas a cumplir para el nuevo año.

No creáis que estoy deprimida, no es eso. Es tan solo, que reflexiono ahora comparando este 2022 con los muchos vividos, en los que el cambio de año suponía una serie de momentos felices e ilusionados. No voy a negar que a lo largo de mi vida he vivido Navidades tristes y otras muy tristes por las ausencias de seres queridos, pero había esperanza, había niños, futuros ilusionados, pero ¿Qué nos ofrece este año que ahora empieza? Más dosis de vacuna, más tiempo de mascarillas, menos encuentros familiares o de amigos, más rutina.

Perdonadme estas reflexiones. Quisiera ser optimista, ver la luz al final de este largo y estrecho túnel y me esfuerzo en ello, pero empiezo a cansarme de esperar. Me viene a la memoria la canción de Serrat, aquella que contaba la historia de Penélope, esperando en el andén o la otra Penélope que tejía y destejía esperando el regreso de su amado Ulises. Sigo teniendo fe en que mi tren llegará cargado de nuevo de ilusiones y todas las personas a las que ahora extraño volverán y recordaremos estos tiempos como un sueño, como una triste pesadilla que olvidaremos, para enfrentarnos a nuevas Navidades, Años Nuevos y sobre todo Reyes Magos cargados de regalos, ilusiones y esperanzas. ¡Feliz Año Nuevo!

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