Cartagena siempre ha estado unida al mar, a la mar.
El mar, amigo entrañable donde navegar, bañarse o pescar. Ese mar de infancia y juventud, de paseos en barca desde la dársena chica hasta la playa de La Cortina y regresos repletos de sol y de sal. La patacha con sus bellos chicos lanzándose al mar y hermosas jovencitas con bañadores estilo Esther Williams. Los pasarelas ¿portalones? de los barcos de guerra amarrados al puerto, los tinglados del muelle comercial cuando aún no existía el muelle de atraque de cruceros... El mar.
La mar, esa mar oscura llena de grasa que se agarra a los bloques de San Pedro y a los cascos de los barcos. Esa mar que se enoja, pero nunca dentro de la rada. La mar que hace llorar a las viudas y a los huérfanos. la que destruye familias: La del Sirio y la de Reina Regente.
Esta semana se ha firmado un acuerdo entre los ministerios de Cultura y Defensa para buscar
en aguas de Barbate "El Reina Regente", un barco muy ligado a la historia de Cartagena.
Cartagena y el mar, la mar y La mar de música, La mar de letras, La mar de arte... Todas las mares tienen cita en estos días en Cartagena. No podemos permanecer en la playa, mientras Cartagena huele a música, sabe a té y muestra el arte de su nueva edición de La mar de música.
Me has hecho recordar que en mi niñez me subía a la "patacha" para lanzarme "de pie" al agua. Era lo más atractivo de Cartagena en verano. A veces podía pagarme un viaje a La Cortina, pero eso no consigo recordar con claridad, se me pierde entre las brumas. Espero que aumente el número de tu contador...
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