domingo, 26 de diciembre de 2010

Honra y respeto a los padres


Estamos en el siglo XXI , de vuelta de muchas cosas y sin embargo hoy hemos escuchado en la misa del día de La Sagrada Familia el siguiente capítulo del Eclesiástico escrito ¿cuando? no lo sé pero es digno de ser meditado:
Los deberes hacia los padres3:1 Hijos, escúchenme a mí, que soy su padre; hagan lo que les digo, y así se salvarán.
3:2 Porque el Señor quiere que el padre sea respetado por sus hijos y confirmó el derecho de la madre sobre ellos.
3:3 El que honra a su padre expía sus pecados
3:4 y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro.
3:5 El que honra a su padre encontrará alegría en sus hijos y cuando ore, será escuchado.
3:6 El que respeta a su padre tendrá larga vida y el que obedece al Señor da tranquilidad a su madre.
3:7 El que teme al Señor honra a su padre y sirve como a sus dueños a quienes le dieron la vida.
3:8 Honra a tu padre con obras y de palabra, para que su bendición descienda sobre ti,
3:9 porque la bendición de un padre afianza la casa de sus hijos, pero la maldición de una madre arranca sus cimientos.
3:10 No busques tu gloria a costa del deshonor de tu padre, porque su deshonor no es una gloria para ti:
3:11 la gloria de un hombre proviene del honor de su padre y una madre despreciada es un oprobio para los hijos.
3:12 Hijo mío, socorre a tu padre en su vejez y no le causes tristeza mientras viva.
3:13 Aunque pierda su lucidez, sé indulgente con él; no lo desprecies, tú que estás en pleno vigor.
3:14 La ayuda prestada a un padre no caerá en el olvido y te servirá de reparación por tus pecados.
3:15 Cuando estés en la aflicción, el Señor se acordará de ti, y se disolverán tus pecados como la escarcha con el calor.
3:16 El que abandona a su padre es como un blasfemo y el que irrita a su madre es maldecido por el Señor. 


viernes, 24 de diciembre de 2010

Este año no tengo la grabación del villancico familiar. En cuanto me lo hagan llegar lo cuelgo ¡Lo prometo!

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Navidad, tiempo de buenos propósitos



Estamos en Navidad y estoy contenta porque tengo la suerte de vivir otro año más estos días de encuentros familiares, de reencuentro con los amigos que no ves durante todo el año y de repetir una vez más los gestos tradicionales que aprendí y viví en mi casa desde siempre. Es tiempo de recordar también a todos aquellos seres queridos que tanto nos enseñaron, que tanto nos dieron y que ahora no están a nuestro lado. Tenemos la obligación de recordarlos con alegría, por todo lo bueno que aprendimos de ellos y que debemos transmitir a nuestros hijos y nietos.
Navidad es un tiempo de amor y de paz, pero no es así porque lo diga la publicidad de los grandes almacenes y las grandes superficies, no, Navidad es la ocasión que nos regala la vida para desempolvar los malos humores, los malos rollos, que dice la gente joven y sacudirnos el polvo y las pelusas que el paso del tiempo va depositando sobre nuestro corazón, nuestra alma o nuestro espíritu, que yo no sé muy bien donde se nos alojan los sentimientos negativos, pero que cuando se va acercando este tiempo hermoso y descolgamos las cortinas para lavarlas y que nuestro salón y nuestra cocina presente un mejor aspecto el día de Nochebuena y cuando sacamos del altillo las cajas que contienen las figuras del Belén y los adornos del árbol, es en esos gestos en los que descubrimos que nosotros mismos tenemos cubiertas nuestras entrañas de basura o basurilla que debemos barrer.
Ya se que me vais a decir que cuando pasan estos días se nos olvidan todos los buenos propósitos y volvemos a caer en la dejadez de no llamar a esa persona que espera con ansias que levantemos el teléfono, o nos da pereza hacer aquella visita al amigo que lo necesita y tantas y tantas cosas que habíamos prometido enmendar; y de nuevo se nos acumula en nuestro interior todas esas impurezas de las que en secreto nos avergonzamos.
Por eso hay mucha gente que proclama que no le gusta La Navidad, pero no es que no le guste, es como una acumulación de sentimientos negativos que no manifestamos abiertamente: Repetir unas rutinas, unos rituales que no conducen a ninguna parte, aparentar que hemos cambiado, pero sin modificar nuestra actitud.. Eso es lo que nos incomoda de celebrar los días de Navidad, el saber íntimamente que hemos fracasado, que cuando llegue Enero con sus rebajas, cada uno de nosotros volveremos a ser rencorosos, orgullosos, envidiosos y todos los "osos" del mundo, pero no debemos olvidar que Navidad es un tiempo que se nos regala, año tras año, para que intentemos cambiar y rectificar nuestra conducta respecto a los otros.
Daos cuenta que no he mencionado al Niño Dios que nos viene a visitar, trayendo Paz y Amor a nuestras vidas en estas fiestas tan entrañables, porque estamos en un país laico donde no es políticamente correcto hablar de estas cosas, que han de quedar en en el ámbito de la intimidad más intima, pero es la excusa perfecta para hacer parada y sacudirnos el polvo de los celos, el rencor y enfrentarnos al nuevo año más livianos de peso, aunque el turrón y los polvorones nos hayan hecho subir en la báscula ¿unos gramos? ¿unos kilos?... ¡Bendita Navidad!
P.D. Los que afirman que no le gusta la Navidad, son tan sólo unos egoístas que no quieren regalar, compartir, molestarse en hacer felices a los otros y lo siento por ellos. 
¡¡¡Feliz Navidad!!!

martes, 14 de diciembre de 2010

Prohibido prohibir



Llevo últimamente varios días, tal vez semanas, escuchando en tertulias televisivas y leyendo en prensa y en blogs las palabras que dan título a este artículo: Prohibido prohibir.
Hay una sensación general de que alguien se está pasando en prohibirnos todo, todo y todo. Las personas que ya hemos cumplido unos años, hemos vivido etapas de prohibiciones, normas y disciplinas.
De pequeños, nuestros padres, vecinos o profesores nos han dicho montones de veces: "eso no se hace, eso no se dice, eso no se toca" y hemos ido creciendo y avanzando por una senda a la que se abrían caminos que no tenían alambre espinoso ni vallas electrificadas y cada cual, en uso de su libertad y llevado por la curiosidad o sencillamente por rebeldía, nos escapábamos por esos andurriales, a conciencia de saber que ese gesto no estaba bien visto, que era punible, que posiblemente tendríamos que pagar un canon por nuestra desobediencia, pero creíamos en la libertad y el derecho a equivocarnos y aunque no hemos nacido en democracia, si hemos sido educados en el respeto a los otros y sobre todo hemos cumplido el undécimo mandamiento que mi padre me enseñó y que era NO MOLESTAR.
En la revolución estudiantil de Mayo  del 68, los alumnos reclamaban algo de aire libre y fue allí donde nació la frase. PROHIBIDO PROHIBIR y yo llevo una temporada pensando que pensarían ahora aquellos alumnos que querían un sistema democrático y abierto en la universidad, que querían un sistema no represivo, que defendían "la imaginación al poder”, “seamos realistas, pidamos lo imposible”, ¿que harían?… Que harían los jóvenes franceses ahora cuando antes de poner un pie en la calle, por la mañana temprano, ya empezamos a sentir el peso de las prohibiciones: ¡Cuidado con el bocadillo que preparas para tu hijo, porque posiblemente en el colegio no se lo dejen tomar, ya que contraviene las normas legales! No enciendas el cigarrillo de después del desayuno, porque va contra las decisiones de la comunidad de vecinos contaminando las escaleras, el rellano y el portal. Baja el volumen del receptor, cierra el grifo del agua caliente, reduce el termostato de la calefacción. ¿Infectaré el medio ambiente con el detergente que uso? ¿y el gel? ¿y la laca? Por cierto, antes de salir a la calle a depositar las basuras en los contenedores adecuados, toma nota de que has de comprar las bombillas de bajo consumo y llevar las pilas y el cartucho de tinta que terminaste ayer al punto limpio... ¡Cielo santo! ¿Nadie está dándose cuenta de que todo el tiempo estamos sometidos a la presión de las normas, las reglas y las prohibiciones?
Recuerdo aquellos tiempos en los que las normas de cortesía y educación eran las adecuadas para convivir en paz con el resto de los humanos. Dice la gente de ahora que estábamos encorsetados, que no actuábamos de forma libre sino pendientes de las etiquetas y disposiciones de la urbanidad ¿y ahora? No fumes, no bebas, no corras, ¡prohibido!
En mi casa se cumplian los Mandamientos de la ley de Dios (incluido el undécimo) y en los lugares públicos figuraban carteles que nos decían las tres o cuatro cosas que no podíamos hacer. -Prohibido blasfemar. -Prohibido escupir. -No hablar con el conductor. -Revise su asiento antes de abandonar el local. Todo era mucho más sencillo que ahora.
Los legisladores, estoy convencida, no duermen por la noche: ¡maquinan! Pasan las horas inventándose algo que aún no esté prohibido para imponernos la norma a la mañana siguiente. No nos permiten experimentar, hacer uso del libre albedrío, equivocarnos, rectificar, ser originales, diferentes, creativos... ¡LIBRES!
Me agotan los leguleyos que quieren salvarme de mi misma. ¿Como puedo ser tan desagradecida y tan poco comprensiva con mis gobernantes que pretenden mi bien? Lo único que noto en este cuidado de mi propia salvación, es que se les escapa a los legisladores, la vigilancia y el control de los verdaderos criminales, asesinos, aquellos que tienen justificación para lo injustificable: el aborto, la eutanasia... ¡Eso no está prohibido!
Quiero que paren el mundo, porque me quiero bajar.
P.D: Las prohibiciones que señala Neruda si me gustan:


domingo, 5 de diciembre de 2010

Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro



Hace casi un mes que no escribo nada en el blog, pero no penséis que he estado quieta, ¡que va!
Me he metido en una aventura, tal vez una chiquillada, pero me la había pedido con insistencia una personilla muy cercana a mí y muy pesada y por fin lo ha hecho: ¡Tengo publicados un par de libros!
Ya sé que me vais a decir que quien creo que soy yo para mandar hacer un libro con algunos de mis escritos, que no tienen ningún valor literario, que tan sólo son valiosos para mí. Tenéis razón, pero aún así, me he lanzado a a la aventura editorial y de verdad os digo que si yo llego a saber lo complicado que es todo esto no empiezo y menos mal que Bubok me ha facilitado muchísimo la labor, pero aún así y todo... he tardado un mes en limar defectos, corregir, modificar y estoy convencida de que está lleno de errores.
¡Como pille a esa personilla que se empeño en que ya que he tenido hijos y he plantado algunos árboles, tan sólo me faltaba escribir un libro...! ¡Ay, como la pille!
Ahora mismo me encuentro igual que cuando acaban los partos, o sea, cansada, dolorida, extenuada y sin fuerzas para sentirme satisfecha y feliz. Tengo los mismos miedos que cuando miraba a mis hijos recién nacidos y pensaba ¿habré hecho bien trayendo a esta criaturilla al mundo?
Con mis hijos ya no tengo dudas y estoy convencida de que he logrado una cosecha magnifica, de la que me siento muy orgullosa; con las plantas que he intentado cultivar... algo menos, ya que soy de lo peorcillo que hay en el mundo agrícola y ahora está por ver que tal se me da lo del libro.

P.D. Olvidaba deciros que además de lo de los libros, también he estado leyendo mucho durante este mes. Si queréis saberlo, sólo tenéis que entrar en la página siguiente: mis lecturas.