Se está terminando el mes de Mayo y no he encontrado el momento de sentarme a escribir y ¡mira que ha habido motivos para ello!
A lo largo de este mes hemos celebrado en esta familia nacimientos, bautizos, primeras comuniones, viajes y encuentros familiares.
Como es de suponer, todas estas ocasiones han sido momentos muy entrañables y felices y me han surgido cantidad de temas para escribir, pero... ¿a quién puede interesar? Además pienso como aquel famoso escritor que presumía públicamente de estar muy enfermo para que nadie lo envidiase y de esa forma eludir las envidias sobre su buena fortuna.
En el plano social y político también han ocurrido cosas sobre las que podíamos intercambiar opiniones, pero como hay tantas formas de pensar como personas... prefiero dejarlo estar.
Me gusta más comentar que, una vez más, ha llegado la primavera, pero la primavera de verdad, que es esa que llena mi jardín de rosas, mis árboles de flores que huelen a miel y que se llenan de abejas zumbadoras libando su néctar. (que cursi me ha quedado esto pero que verdad es).
Mes de Mayo que se acaba y que a pesar de contar con treinta y un día no me ha permitido sentarme a escribir. He pasado demasiado tiempo en la calle, ¡hacía tan bueno! y eso que las acacias, los turbintos y sobre todo las jacarandas me han provocado un año más conjuntivitis, estornudos y todo lo propio de las alergias primaverales. Se lo disculpo porque ¡es tan hermoso el paisaje que crean!
Confío en encontrar tiempo el próximo mes para escribir sobre lo que ocurre en el mundo... y es que están ocurriendo tantas y tantas cosas que me está entrando como vértigo y me confirma en la realidad de que yo soy del siglo pasado.
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