lunes, 28 de mayo de 2012


¿Por qué vivo aquí? 

Cuando alguien me pregunta que por qué vivo tan lejos del centro de la ciudad, con lo  absurdo que resulta depender continuamente del transporte: coche, taxi, autobús o amigos, casi nunca sé contestar. Todos me hablan de las grandes ventajas que supone salir de casa y encontrarte en la calle con tantos escaparates, tiendas a tiro de piedra, cafeterías, teatros, amigos... que me quedo siempre callada con la sensación de estar perdiéndome algo muy valioso ¿a cambio de qué?
Es Mayo y ya sé cuál es la respuesta: las rosas de mi jardín. Cuando despierta este mes y salgo a dar una vuelta alrededor de mi casa, me sorprende cada año la presencia de mis rosas. Las hay de todos colores, rojas que al nacer parece que son negras de lo oscuro que se muestra el capullo cuando nace, rosa, pero en tres matices distintos, que se abren poco a poco, amarillas y hasta ¡malvas! ¿ habéis visto alguna vez rosas de ese color?
No muestro ninguna imagen de mis rosas, porque a veces les hago fotografías y nunca consigo en ellas mostrar su belleza, la suavidad de sus pétalos, el aroma con que adornan durante días y días mi casa, a lo largo del mes de mayo. ¡ya sé por que prefiero vivir tan lejos de la ciudad!


lunes, 14 de mayo de 2012

Ayer, trece de Mayo, se cumplían cuarenta y seis años del fin de una etapa y el principio de una nueva en mi vida. 
En mí existen dos personas, más bien varias personas más, de las que en algún momento os hablaré, pero hace cuarenta  y seis años que se esfumó aquella que había nacido y vivido entre nubes de algodón y apareció cubierta, como siempre aparecen los recién nacidos, de sangre, moratones y llanto, aquella de la que ayer se cumplió el aniversario. 
La crisálida que vivía en la oscuridad cálida de la vida familiar, había abierto, hacía poco, las hermosas alas de colores de la adolescencia y juventud alegre, haciendo todo tipo de proyectos de futuro. Voló la mariposa por jardines perfumados y alzó el vuelo hacia el sol y voló durante un corto periodo de tiempo, muy corto y sin que nadie le alertara. sin la mínima sospecha de tormenta, el cielo azul en el que transcurría su vida, se tornó bruscamente, en cuestión de unas horas, en terrible huracán que empezó a golpear a la criatura ingenua a lo largo de trece horribles días: uno, dos, tres... trece días, cada uno peor que el anterior, pero ninguno más terrible que el décimo tercero en el que acabaron tantas cosa;  la vida de mi padre, la sonrisa alegre de mi madre, la ilusión de los planes previstos, la fe en las personas más cercanas... 
De la misma manera que en la Biblia se cuenta que el velo del templo se rasgó un Viernes Santo, también se me rompió el telón de mi vida aquel día de mayo, dejando al descubierto vileza, sin razón, egoísmo, desprecio, soberbia, miserias que existían y que desconocía que estuvieran ocultas por el telón de fondo del hermoso escenario de mi vida pasada.
Han pasado los años, he vivido otras vidas, momentos muy felices, tristezas, emociones y ahora soy como esas muñecas, las matriuskas, que ocultan en su interior, muñecas y muñecas, distintas, parecidas, diferentes, iguales... cada una de ellas tiene una historia propia y al final ¿quien soy yo? ¿la pequeña? ¿la grande? ¿la mediana? ¿Soy aquella que vio morir un día de mayo, ya lejano, al padre al que aún añoro? ¿o la madre, la hermana, la abuela que ahora soy? No lo sé, solo sé que aquel día algo grande ocurrió y marcó para siempre mi vida. Aún te extraño, papá, hasta luego.