¿Por qué vivo aquí?
Cuando alguien me pregunta que por qué vivo tan lejos del centro de la ciudad, con lo absurdo que resulta depender continuamente del transporte: coche, taxi, autobús o amigos, casi nunca sé contestar. Todos me hablan de las grandes ventajas que supone salir de casa y encontrarte en la calle con tantos escaparates, tiendas a tiro de piedra, cafeterías, teatros, amigos... que me quedo siempre callada con la sensación de estar perdiéndome algo muy valioso ¿a cambio de qué?
Es Mayo y ya sé cuál es la respuesta: las rosas de mi jardín. Cuando despierta este mes y salgo a dar una vuelta alrededor de mi casa, me sorprende cada año la presencia de mis rosas. Las hay de todos colores, rojas que al nacer parece que son negras de lo oscuro que se muestra el capullo cuando nace, rosa, pero en tres matices distintos, que se abren poco a poco, amarillas y hasta ¡malvas! ¿ habéis visto alguna vez rosas de ese color?
No muestro ninguna imagen de mis rosas, porque a veces les hago fotografías y nunca consigo en ellas mostrar su belleza, la suavidad de sus pétalos, el aroma con que adornan durante días y días mi casa, a lo largo del mes de mayo. ¡ya sé por que prefiero vivir tan lejos de la ciudad!
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Por no hablar del canto de los pájaros por la mañana temprano, las comidas familiares en el jardín, el silencio total por la noche, el patio lleno de bicis de los nietos... y tantas otras cosas que nunca podrías tener viviendo en el centro.
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