domingo, 22 de noviembre de 2020

Los villancicos, género literario

 


 

Nos acercamos al tiempo de Adviento, tiempo en el que año tras año nos hemos dedicado, cada cual en su casa, a preparar la Navidad.

Este año es diferente, como diferente ha sido el verano y todas las celebraciones pasadas y es por ello que pensando en cómo prepararme para el tiempo que se avecina y recordando mis tiempos escolares, cuando ensayaba con los pequeños la dramatización navideña y los villancicos, me ha surgido una idea: ¿Los villancicos pertenecen a la literatura? ¿Cuándo y cómo nacieron los villancicos?

Para responder a todo ello he “navegado por Internet” como suelo hacer con frecuencia y me he dedicado a emplear el “recorta y pega” para informarme y para comentaros, si os interesa, este tema.

Nada de lo que aquí escribo es cosecha propia, repito que todo procede de informaciones diversas encontradas en La Red:

Los villancicos aparecen en la época medieval. Hay diferentes versiones sobre la creación de los villancicos, algunos dicen que el primero en componer música de este tipo fue el Marqués de Santillana, pero antes os diré de donde procede el nombre de villancico: Los villancicos reciben su nombre de las canciones de los villanos, la gente del pueblo, es la canción de villa; la que servía para registrar la vida cotidiana de los pueblos. Según algunos historiadores, este canto surgió por el siglo XIII, siendo difundido en España en los siglos XV y XVI, y en Latinoamérica desde el siglo XVII. En sus inicios fue una forma poética española y lo usaban como registro de los principales hechos de una comarca.

Tres morillas m’enamoran
en Jaén,
Axa y Fátima y Marién.
Tres morillas tan garridas
yvan a coger olivas
y hallávanlas cogidas
en Jaén,
Axa y Fátima y Marién
Y hallávanlas cogidas
y tornaban desmaidas
y las colores perdidas
en Jaén,
Axa y Fátima y Marién….

Las primeras fuentes documentales en las que aparece la palabra “villancico” son el Cancionero de Stúñiga en 1458 y Juan de Encina, a finales del siglo XV fue el autor más representativo de este género. En sus composiciones utilizaba el tiempo binario y para aquellas obras que tenían una temática popular el ternario. El villancico en esta época ya consistía en una forma musical y poética que alternaba coplas con estribillo.

A lo largo de la historia, ha sufrido muchas transformacioneshasta que en el siglo XIX su nombre quedó exclusivamente para denominar a los cantos que aluden a la Navidad. El villancico no sólo se consolidó como género, sino que se convirtió en el arquetipo de la ‘canción de Navidad’. Su temática se concentra en el niño Jesús, la Virgen MaríaSan José, los Reyes Magos, los pastores y la Estrella de Belén.

Vengan todos los Poetas,
y prisa se den, alarguen el paso;
que oy el campo de Belén
será su monte Parnaso.
Ningún ingenio se escusa,
donde es María la Musa
y el llanto de un Inocente
es de Elicona la fuente.
Pues haga lugar, lugar, la gente,
que viene, que llega,
que entra el Amor,
un ciego, que de repente
ninguno dize mejor.
Hagan lugar, que quiere el Amor glosar
al Niño, fragante rosa,
y ha de acabar cada glosa
en un romance vulgar.
Hagan lugar.
(Villancico publicado en la Catedral de Huesca, año 1661)

Los villancicos surgen en el Renacimiento, a través de canciones cantadas de forma popular. Se trata de melodías interpretadas por el pueblo para contar cualquier situación cotidiana: hablaban de historias de amor e incluso formaban parte deCancionero de Palacio.

 Villancico, atribuido a Mateo Flecha el Viejo (1481-1553) compositor español renacentista nacido en territorio de la, entonces, Corona de Aragón.

.Riu, riu, chiu,

La guarda ribera,

Dios guardó del lobo

a nuestra cordera.

El lobo rabioso

La quiso morder,

Mas Dios poderoso

La supo defender,

Quizole hazer que

No pudiesse pecar,

Ni aun original

Esta virgen no tuviera.

Riu, riu, chiu,

La guarda ribera,

Dios guarde del lobo

a nuestra cordera.

Actualmente, tras el declive de la antigua forma del villancico, el término denomina simplemente un género de canción cuya letra hace referencia a la Navidad y que se canta tradicionalmente en esas fechas.

        Se dice que el villancico más antiguo es “Iesus Refulsit Omnium”, (Jesús, luz de todas las naciones) data del siglo IV, y su letra se le atribuye a san Hilario de Poitiers. y el más conocido universalmente es “Noche de paz, “Stille nacht, heilige yach”. Lo escribió el sacerdote austriaco Joseph Mohr, que al estropearse el órgano de su parroquia, en el municipio de Oberndorf, escribió un bello canto para que se pueda interpretar durante la tradicional misa del gallo del 25 de diciembre. La escribió para acompañarse con guitarra.

Noche de Paz se interpretó por primera vez durante la Navidad de 1818. Este famoso villancico está traducido a 330 idiomas.

Noche de paz, noche de amor

Todo duerme derredor

Entre los astros que esparcen su luz

Bella anunciando al niño Jesús

Brilla la estrella de paz

Brilla la estrella de amor.

 

Noche de paz, noche de luz

Ha nacido Jesús

Pastorcillos que oíd anunciad

No temáis cuando entréis adorar

Que ha nacido el amor

Que ha nacido el amor.

 

Desde el pesebre del niño Jesús

La tierra entera se llena de luz

Porque ha nacido Jesús

Entre canciones de amor

 Actualmente los más populares son:

 Campana sobre campana: villancico conocido en todos los países de habla hispana, de origen andaluz y autor desconocido.

 Los peces en el río: de origen y autor desconocido, aun cuando en algunos párrafos se alcance a percibir cierta influencia árabe.

 Blanca Navidad: escrito por el compositor Irving Berlín en 1940, incluido en el Record Guinness como el tema más vendido en la historia.

  Mi burrito sabanero: conocido también como “El Burrito de Belén”, fue compuesto por el músico venezolano Hugo Blanco en 1975.

 Marimorena: nació en el siglo XVIII, se cree que es de origen Español, autor desconocido.

 El niño del tambor: también conocido como “El tamborilero”, se le atribuye la autoría a la pianista norteamericana Katherine Kennicott, al traducirlo al inglés de un supuesto original checo en 1941.

martes, 10 de noviembre de 2020

 

           

Hazim de Cartagena

    En estos próximos días vamos a recordar en la Tertulia Athenea la literatura del Medievo, vamos a tratar de Alfonso X el Sabio: escritor, mecenas, poeta, filósofo, erudito y creador de la prosa romance. Hablaremos del Arcipreste de Hita o de Don Juan Manuel, sobrino del rey Alfonso, prosista del más alto valor literario del siglo XIV. Por estos y otro autores, la cultura medieval española fue considerada superior al resto de Europa.

        Pero yo soy cartagenera de Cartagena y quiero recordar a un  poeta cartagenero del siglo XIII: Hazim al Qartayanni, poeta, filólogo y teórico andalusí.

        Nació en Cartagena en 1211, hijo de un importante cadí, destacó en gramática, poesía, prosodia y retórica. Viajó a Granada y Sevilla donde conoció las obras de Avicena y Averroes, pero tras la batalla de Las Navas de Tolosa, la España musulmana empieza a descomponerse ante el avance de los reyes cristianos Fernando de Castilla y Jaime de Aragón, por lo que Hazim se exilia en Marruecos y posteriormente en Túnez, donde muere en noviembre de 1284, sin que se sepa donde descansan sus restos.

        Su obra más conocida es Qasida al-Maqsura, obra poética notable entre la literatura árabe del siglo XIII. En ella se encuentra un canto de añoranza de las ciudades de su juventud: Cartagena y Murcia.

Es un paraíso donde

Corren ríos

De agua, vino, leche y miel;

Donde todos los placeres se

Dan cita,

El ver y oír cosas

Agradables,

Las comidas, bebidas y

Perfumes,

Las veladas de placer,

El departir en las

Madrasas,

Las tertulias literarias, el

Amor…

El tiempo es como una

Fiesta continua;

Las noches, como noches de

Boda;

La vida un ensueño

Permanente

                                                                    Qasida al-Maqsura


Y de Cartagena dijo además:

“Es un palacio de elevados muros, cuyo techo son las estrellas”

        Por todo ello me siento orgullosa de este cartagenero, desconocido para muchos y cuyos manuscritos están guardados en la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

 

 

domingo, 1 de noviembre de 2020

La literatura y yo o yo y la literatura

 

Alba Editorial - David Copperfield

 Próximamente voy a cumplir un año más, pero aun sigo permaneciendo en la etapa de los porqués, de los qués, de los cuándo  y de los cómo. De niña, de adolescente, de adulta y aún ahora sigo haciéndome preguntas. Hoy mismo, mirando mis estanterías llenas de libros de todos los tamaños y contenido me hago varias preguntas ¿Cómo descubrí la lectura?, ¿por qué empecé a leer?, ¿quien me animó a leer?, ¿cuándo empecé a leer?

Vuelvo la vista atrás, hasta donde me alcanza la memoria y recuerdo la sala de estar de mi casa con estanterías llenas de libros grandes y chicos, gastados muchos lomos de ellos, novelas, poesía, teatro… Mi padre en su despacho leyendo, mi madre en su sillón junto al mirador, repasando alguna revista o fascículo coleccionable de entonces y la mesa de camilla llena de libros de estudio míos o de mis hermanos. (Escondidos los tebeos en sitios inverosímiles)

 

 ¡Libros, libros y más libros! A los siete u ocho años, cuando se regalaban pañuelos, colonia o pastillas de jabón en los santos y cumpleaños a mi me regalaban libros. Mi padre me regaló a esa edad un libro, que aun conservo dedicado, que describía viajes y aventuras y mi hermana mayor me regaló cuando aun no había cumplido diez “Antoñita la Fantástica y su tía Carol” lo que presuponía que ya había leído los anteriores títulos de Borita Casas.

 Tenía y aun la sigo teniendo, una amiga de mi edad y con las mismas aficiones, que cuando llegaba el tiempo de las vacaciones y debíamos separarnos nos intercambiábamos novelas, cuentos y libros de poesías. Claro que también disfrutábamos aprendiéndonos “Las mil peores poesías de la lengua castellana” o declamando “La venganza de Don Mendo” (“Las mil mejores poesías de la lengua castellana” ya las sabíamos). Uno de esos veranos de hace mil años, mi amiga y compañera de lecturas, me prestó “David Copperfield” en una edición antigua en papel biblia y me lo devoré a la orilla del mar.

 

 También a la orilla del mar y durante las vacaciones, ya que durante el curso todo el tiempo era poco para estudiar (otra cosa que aprendí de mis padres), allí junto al Mar Menor empecé leyendo Alicia en el País de las Maravillas, seguí con las novelas de Agatha Christie y continué con “Nada” de Carmen Laforet. “El mío Cid”, “El Quijote”, Becquer y Calderón de la Barca ya los había conocido en las clases de Lengua y literatura del Instituto. ¿Cuántos años tenia por aquel tiempo? Quizás doce o tal vez trece. Pasan los años y leo a García Lorca, “Cinco horas con Mario”, “Un millón de muertos”, “Los cipreses creen en Dios”, “En Asia se muere bajo las estrellas” o “Matar un ruiseñor”.

Siguen pasando los años y ya tengo trabajo y por tanto puedo disponer de dinero y ¿dónde mejor emplearlo que en libros? Colecciono los premios Nobel, los premios Pulitzer, los Planeta… Mis estanterías se van llenado de nuevos títulos, “En busca del tiempo perdido”, “Cien años de soledad” y todos los autores sudamericanos de entonces,. Descubro a Vargas Llosa a principio de los años setenta, Pablo Neruda, Borges y otros mas. 

 


     Avanza el tiempo y de pronto entro en una etapa de literatura algo mas oscura: Kafka con “La metamorfosis”, “Crimen y castigo” “Ana Karenina, “Madame Bovary”, “El señor de las moscas”, “Fahrenheit 451” o “1984”. Yo entonces desconocía que estos últimos títulos eran distópicos y al parecer la que era bastante distópica era yo, pues me sumergía en libros de auto-ayuda como “Yo estoy bien, tú estás bien” y podía mantener con mis amigos, hasta las tantas, discusiones sobre el padre, el adulto y el niño que todos llevamos dentro. Leo La Odisea, los poemas de Kavafis, Baudelaire, Cortazar. Es una época en que leo sin filtro todo lo que cae en mis manos.

 

 Me regalaron entonces “El Principito” (la gente que me conocía y me quería, seguía y aún sigue regalándome libros) con una dedicatoria preciosa y gracias a ello me reincorporé al mundo real, a los últimos libros publicados, a los premiados,  a los de mayor éxito. Ahora, en estos últimos años, lo único que ha cambiado es que cuando leo en la cama, es decir todas las noches, lo hago en un libro electrónico, porque los grandes volúmenes me pesan demasiado. Debe ser por la edad, pero aún extraño el olor del papel, el hecho de pasar las páginas, doblar un poquito la punta de una hoja para volver a releer más tarde o hacer anotaciones al margen.