lunes, 20 de diciembre de 2021

 Ser de Cartagena


    Escuché hace algún tiempo de boca de una persona de fuera de nuestra región decir: – Si no vives en el eje que discurre desde la calle Mayor hasta la Alameda no eres auténticamente cartagenero- y aquello me produjo sorpresa, perplejidad y rabia.

    Cartagena es mucho más que “el eje”. En Cartagena hay muchas más Cartagenas.: La Serreta, el Ensanche, la calle del Duque, los barrios todos: el de Los Dolores, San Antón, Santa Lucía, Los Molinos, La Concepción., los más modernos que han ido surgiendo a partir de los años sesenta.

No sé porqué aquella decía que Cartagena era tan sólo esa pequeña porción. Tal vez quería indicar que los vecinos de esa zona tienen unas características peculiares, pero de la misma forma todos y cada uno de nosotros estamos hechos de una pasta mitad herencia y mitad barrio. No “respira” igual alguien nacido en Santa Lucía con su luminosidad, con la brisa marina llenándolo todo, con la vista del mar, que aún siendo el mismo mar, no es el mismo que se contempla desde lo alto de la Muralla del Mar, ese sitio que les concede el privilegio a sus vecinos de contemplar la bocana, los faros y hasta la isla de Escombreras.

No es lo mismo, de igual forma que los que nacieron en la muralla de Tierra, fueron durante muchísimos años dueños de todo el espacio que abarcaba su vista hacia el Ensanche. Desde el Cantarranas lograban ver el tren desde que salía de la estación hasta que se perdía en el Barrio de Peral, Los Molinos.otro barrio peculiar con sus casas de recreo similares y a la vez diferentes de las del Barrio de Los Dolores en donde los niños y las niñas crecen en auténticos huertos donde se puede oler la primavera en las flores de los abundantes jardines.


    Cartagena milenaria, los que han tenido la suerte de vivir en Cuatro Santos, Concepción, Faquineto o en la Puerta de la Villa y han jugado sobre ruinas históricas y sin saberlo ellos mismos están impregnados de ese pasado grandioso que les hace andar erguidos y orgullosos de ser cartageneros. 

    Los vecinos que residen en La Serreta, la Caridad y sus múltiples callejas, tienen suerte, pueden ver a la Virgen, Nuestra madre cuando bajan, cuando suben y cuando van a la compra. ¡Claro que son diferentes! No es lo mismo el vivir en San Antón, con sus fiestas populares, que en el barrio de la Concepción atravesando ese puente entre la boria que sube de La Algameca,  que vivir en esas calles por donde pasan siempre los desfiles procesionales. Los vecinos de estas calles tienen un modo de ser diferentes por completo del resto y es que escuchar desde casa las marchas o los cohetes y adivinar qué agrupación está ahora saliendo de Santa María les hace  ser diferentes. No es lo mismo.

Igual que son diferentes los que viven respirando el salino aire de mar y que no saben estar alejados de su puerto, de las gaviotas, los barcos... Conozco a cartageneros que viven en Tentegorra o en Santa Ana y para ir a sus casas desde La Manga o Perín, necesitan dar el rodeo necesario para pasar frente al mar.

Cartageneros distintos, diferentes en sus maneras de hablar y sobre todo pensar y aunque tengamos aquí comercios de todo tipo para unificar la ropa, el mobiliario y hasta la marca de coche, cada uno de nosotros llevamos grabado a fuego una huella diferente que nos hace ser distintos según hayamos nacido en una calle o en otra y aunque digamos que somos de Cartagena, en seguida confesamos orgullosos de que barrio, de que calle procedemos y es por ello que volviendo al inicio de este escrito no es verdad que sean sólo los del “eje” los auténticos: yo soy de aquí y he nacido cerca de la palmera del lago,  he vivido en el paseo (así nombramos aquí el paseo de Alfonso XIII) después me fui hacia el ensanche y ahora vivo en Tentegorra ¿y por no vivir en las tres calles del Centro yo no soy cartagenera?  No tengo ninguna duda: soy de aquí, de pura cepa. Cartagenera ¡y a mucha honra!     





martes, 14 de septiembre de 2021

Cuando llega Septiembre


Todos los años, Septiembre nos invita a preparar el nuevo curso, cerrando la puerta del apartamento ( o la del chalet o la finca según quien sea) guardar bañadores, pareos, camisetas y pamelas hasta el próximo verano, matricularnos en los dos o tres cursos nuevos, aunque de algunos de ellos nos demos de baja, porque no eran lo que pensábamos.

Ya en casa, abrimos el armario, nos miramos al espejo y al probarnos las prendas que dejamos en Mayo o Junio, pensamos que algo las ha encogido, quizás las bolsitas de ambientador o las pastillas antipolillas que pudimos antes de irnos de vacaciones. 

Avanza Septiembre y buscamos la dirección de un buen gimnasio, de una piscina, tal vez de un nutricionista o algún endocrino, porque esto no es normal, debe ser el metabolismo o un mal funcionamiento orgánico porque los helados del verano, la sangría, las cervezas y las siestas no puede ser.
Miedo me da volver a encontrarme con las amigas de siempre, pero no queda más remedio que aceptar sus miradas sorprendidas, sus sospechosos silencios al escucharnos pedir una cerveza o un vino en lugar de manzanilla o un té verde, rojo o negro.

Llega Septiembre y al igual que en Año Nuevo nos proponemos cambiar de estilo de vida pero sabemos que nada nos va a cambiar, seguiremos encontrándonos con nuestra gente de siempre, en los lugares de siempre, igual que todos los años cuando termina el verano.
Nota: Aunque el Levante me invite a dejar mi playa, no puedo hacerlo ¡Me quedaría siempre aquí!

miércoles, 26 de mayo de 2021

¿Viajar o hacer turismo?

  

 

 

¿Viajar o hacer turismo?





¿Viajar o hacer turismo? ¿Conocer nuevos sitios o volver a aquellos en los que fuimos felices? ¿Solas o en compañía? Preguntas y más preguntas que cada cual responderá a su modo. Yo siempre he preferido viajar despacio, parándome a contemplar una puesta de sol, ropas tendidas de lado a lado en una húmeda calleja, fotografiar un niño, casi un bebé, mordiendo toda una barra de pan. No me gusta hacer turismo y sin embargo lo he practicado con frecuencia. Ese turismo que llaman cultural en los que visitas una hermosa ciudad, duermes en la siguiente y te despiertas a desayunar  rápido porque hay que salir hacia otra ciudad. En estos circuitos culturales hay que hacer muchas fotos en lugar de disfrutar de lo que vemos, porque hay prisa, mucha prisa y tan solo al regresar a casa, revisar esos lugares en las fotos que no nos dicen nada y lo dicen todo.



Ahora, cuando la pandemia nos mantiene enclaustrados en casa sin posibilidad de viajar, sueño con esos lugares que me esperan o que quiero creer que me están esperando: La Provenza, Lisboa de nuevo, volver a cenar en el Trastévere o simplemente regresar a La Alcarria.

Confinadas en casa, leemos mucho más que antes, ya que hay tiempo para ello y optamos por esos libros que nos cuentan viajes maravillosos y elegimos recrearnos con novelas que nos describen con todo tipo de detalles el olor característico de las orillas del Ganges, el calor húmedo de El Cairo o el verde lujurioso del camino de Santiago. Recorremos el arte románico de la Ribeira Sacra, degustamos ese café que no pudimos saborear en Viena y viajamos en el Oriente Exprés con Hércules Poirot, aunque más cerca de casa, también podemos soñar con hacer otros recorridos muy románticos y plenos de historia y cultura en tren por Andalucía o la Cornisa Cantábrica.

                  

 


        Se mezclan los recuerdos con los sueños. Olvidamos el dolor de pies, las carreras, el cansancio de nuestros anteriores viajes y nos quedamos con flashes, breves pero intensos, como la música que sonaba aquella noche bajo la luz de la Luna en aquella playa del Norte, la emoción de contemplar la entrada de miles de jóvenes a la Plaza del Obradoiro, los paisajes de arena y sal que se dominan desde lo alto del faro de Trafalgar.

Momentos que no tienen nada que ver, por lo menos para mí, con esas fotos de grupo que ocultan la belleza del monumento que tenemos a nuestra espalda. Me quedo con esas imágenes que la cámara no recogió, pero que están grabadas a fuego en la memoria, como ese viejo pintor junto al Sena, allá  en el margen derecho, donde los bouquinistas nos ofrecen sus libros antiguos, o aquellos niños que miraban asombrados el cuadro de Las Meninas en el Prado.

 

            


Comprendo que habrá muchas personas que disfrutan en los cruceros o  comprando suvenires en los cientos de pueblos y ciudades o fotografiándolo todo, pero yo sueño con poder volver de nuevo a viajar con poco equipaje y mucho tiempo, sola o en buena compañía y caminar despacio, muy despacio por lugares tranquilos, por valles y aldeas con viejas callejas, torres con nidos de cigüeñas, lagos azules y oscuras ermitas. Me apetece cenar en aquel lugar de manteles de cuadros azules y probar ese pan y aquel vino.


Esta pandemia me ha pasado por encima y me ha vuelto más mayor, pero sigo sin añorar los cruceros fabulosos ni los completos circuitos culturales de aquellos mis años mozos. ¿Y vosotras que opináis? ¿Echáis en falta aquel viaje que hicisteis con los amigos de siempre o tal vez el que hace tiempo, siendo jóvenes entonces, con el coche lleno a tope de niños y de maletas? Cada cual es diferente. Cada una de nosotras tiene en mente ese viaje que aún está por hacer y que tal vez, cuando salgamos de esta lo podamos realizar o tal vez ya nos pille muy mayores y no podamos hacerlo. ¿Quién lo sabe? No lo sé. A quien sí lo pueda hacer, le deseo ¡buen viaje!

sábado, 30 de enero de 2021

Con esto, poco a poco llegué al puerto…






 



Hace algunos años escribí este trabajo sobre Miguel de Cervantes y su azarosa vida. Ahora me apetece volver a leerlo. Es una mezcla de realidad y fantasia.

 

Con esto, poco a poco llegué al puerto…

 

Poco a poco Miguel se acerca al puerto, ese puerto que tan bien conoce, ese puerto que le ha visto salir por diversos motivos. Contempla la bocana prieta que encierra las serenas aguas del Mediterráneo, que ha navegado de poniente a levante y de levante a poniente.

Estamos en 1602 y Miguel continúa trabajando como recaudador a las órdenes del rey. Lleva quince años desempeñando esta actividad que tantos conflictos y problemas le ha proporcionado. Está cansado pero se siente atrapado. Las deudas, las urgencias familiares, todo ello le obligan a seguir adelante. Hay momentos en los que quisiera tirar la toalla y refugiarse, como hace años en Esquivias y escribir sin que nadie le perturbe ni la justicia le persiga.

Con esto poco a poco llegué al puerto

a quien los de Cartago dieron nombre…

Sueña mirando los altos montes que protegen la rada y compara este puerto con todos aquellos que ha conocido: Denia, Génova, Nápoles, Argel…

Tal como le comenta El Quijote a Sancho piensa: Mal cristiano eres, Sancho… porque nunca olvidas la injuria que una vez te han hecho.

Él ha tenido que olvidar demasiadas injurias, demasiados sufrimientos. Recuerda a su hermano Rodrigo con el que sufrió las penurias de la guerra y el cautiverio...

Ha llegado Miguel de Cervantes al puerto de Cartagena, procedente de Murcia, tal vez desde Sevilla, en donde vivió en otro tiempo. Desde que nació en 1547 en Alcalá de Henares, ha recorrido mucho mundo, primero siguiendo a su familia, conoce Valladolid, Córdoba, Sevilla y Madrid. En Madrid, en 1569 algo oscuro ocurre en las viejas calles del Madrid de los Austrias y nuestro personaje debe huir de España si no quiere perder su mano derecha ¡qué ironía!, al marchar fuera de su patria salva su mano derecha pero perderá la movilidad de la izquierda allá en Lepanto.

         En una información legal elaborada ocho años más tarde de la célebre batalla se dice:

Cuando se reconosció el armada del Turco, en la dicha batalla naval, el dicho Miguel de Cervantes estaba malo y con calentura, y el dicho capitán... y otros muchos amigos suyos le dijeron que, pues estaba enfermo y con calentura, que estuviese quedo abajo en la cámara de la galera; y el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían de él, y que no hacía lo que debía, y que más quería morir peleando por Dios y por su rey, que no meterse so cubierta, y que con su salud... Y peleó como valente soldado con los dichos turcos en la dicha batalla en el lugar del esquife, como su capitán lo mandó y le dio orden, con otros soldados. Y acabada la batalla, como el señor don Juan supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el dicho Miguel de Cervantes, le acrescentó y le dio cuatro ducados más de su paga...

De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que quedó estropeado de la dicha mano.De ahí procede el apodo de Manco de Lepanto,que se interpreta mal, pues la mano izquierda no le fue cortada, sino que se le anquilosó al perder el movimiento de ella cuando un trozo de plomo le seccionó un nervio; estaba, pues, tullido de la mano izquierda. Aquellas heridas no debieron ser demasiado graves pues, tras seis meses de permanencia en un hospital de Messina, Cervantes reanudó su vida militar, Después recorrió lasprincipales ciudades de SiciliaCerdeñaGénova y la Lombardía y permaneció finalmente dos años en Nápoles, hasta 1575.

Cervantes siempre se mostró muy orgulloso de haber luchado en la batalla de Lepanto, que para él fue, como escribió en el prólogo de la segunda parte del Quijote.: “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”.

No es esta la primera vez que Miguel llega al puerto de Cartagena, tal vez sea la tercera. Recuerda ahora, mirando la tranquila rada, aquella primera vez en la que huyendo de la justicia se unió al cortejo que acompañaba al Cardenal Aquaviva en 1568. La primera vez que descubría el mar y tuvo la suerte de que fuese precisamente en Cartagena. Cabota por Valencia, Barcelona, golfo de Lyon y costa italiana.Posteriormente conocerá otros puertos: Génova, Nápoles, Sicilia, pero ninguno hará que olvide el puerto de Cartagena.

Con esto, poco a poco llegue al puerto

a quien los de Cartago dieron nombre,

cerrado a todos vientos y encubierto.

Que necesitado estaba nuestro personaje de la calma que le ofrece el puerto de Cartagena. ¡Cuántas historias ha podido vivir este ilustre castellano, nacido en tierra adentro allende los mares!

¿Quién le iba a decir que cuando regresaba con su hermano Rodrigo,tras siete años de ausencia y deseando reunirse con sus seres queridos, fuera apresado el barco que les conducía a España y terminan siendo presos en Argel?

Hay que reconocer que para ser escritor no basta con saber ligar palabras, hay que poseer un bagaje cultural, pero sobre todo hay que contar con experiencias que aporten a lo escrito situaciones en las que se puedan mezclar la realidad vivida con la imaginación que el genio literario posea.

Cervantes, nuestro protagonista, ha vivido muchas vidas a lo largo de los años: Su infancia y juventud recorriendo España de norte a sur: más adelante su marcha a Italia, el ambiente cortesano de la Roma Papal, el mundo de la milicia y las batallas, pero los cinco años en Argel lo debieron de enriquecer aún mucho más. El sufrimiento marca el carácter de las personas y él debió sufrir todo tipo de experiencias.

 Durante su regreso desde Nápoles a España a bordo de la galera Sol, una flotilla turca comandada por MamiArnaute hizo presos a Miguel y a su hermano Rodrigo, el 26 de septiembre de 1575. Fueron capturados a la altura de Cadaqués de Rosas o Palamós, en la actualidad llamada Costa Brava, y llevados a Argel. Cervantes es adjudicado como esclavo al renegado griego DaliMamí. El hecho de habérsele encontrado en su poder las cartas de recomendación que llevaba de don Juan de Austria y del Duque de Sessa hizo pensar a sus captores que Cervantes era una persona muy importante y por quien podrían conseguir un buen rescate. Pidieron quinientos escudos de oro por su libertad.

En los cinco años de aprisionamiento, Cervantes, hombre nada acomodaticio y con un fuerte espíritu y motivación, trató de escapar en cuatro ocasiones organizando él mismo los cuatro intentos. Para evitar represalias en sus compañeros de cautiverio, se hizo responsable de todo ante sus enemigos y prefirió la tortura a la delación. Gracias a la información oficial y al libro de fray Diego de Haedo Topografía e historia general de Argel (1612), tenemos posesión de noticias importantes sobre el cautiverio. Tales notas se complementan con sus comedias Los tratos de ArgelLos baños de Argel y el relato conocido como "historia del Cautivo" inserto en la primera parte del Quijote, entre los capítulos 39 y 41.

El primer intento de fuga fracasó, porque el moro que tenía que conducir a Cervantes y a sus compañeros a Orán los abandonó en la primera jornada. Los presos tuvieron que regresar a Argel, donde fueron encadenados y vigilados más que antes. Mientras tanto, la madre de Cervantes había conseguido reunir cierta cantidad de ducados con la esperanza de poder rescatar a sus dos hijos. En 1577 se concertaron los tratos, pero la cantidad no era suficiente para rescatar a los dos. Miguel prefirió que fuera puesto en libertad su hermano Rodrigo, quien regresó a España. Rodrigo llevaba un plan elaborado por su hermano para liberarlo a él y a sus catorce o quince compañeros más. Cervantes se reunió con los otros presos en una cueva oculta, en espera de una galera española que vendría a recogerlos. La galera, efectivamente, llegó e intentó acercarse por dos veces a la playa; pero, finalmente, fue apresada. Los cristianos escondidos en la cueva también fueron descubiertos, debido a la delación de un cómplice traidor, apodado El Dorador. Cervantes se declaró como único responsable de organizar la evasión e inducir a sus compañeros. El bey (gobernador turco) de Argel, Azán Bajá, lo encerró en su «baño» o presidio, cargado de cadenas, donde permaneció durante cinco meses. El tercer intento lo trazó Cervantes con la finalidad de llegar por tierra hasta Orán. Envió allí a un moro fiel con cartas para Martín de Córdoba, general de aquella plaza, explicándole el plan y pidiéndole guías. Sin embargo, el mensajero fue preso y las cartas descubiertas. En ellas se demostraba que era el propio Miguel de Cervantes quien lo había tramado todo. Fue condenado a recibir dos mil palos, sentencia que no se cumplió porque muchos fueron los que intercedieron por él. El último intento de escapar se produjo gracias a una importante suma de dinero que le entregó un mercader valenciano que estaba en Argel. Cervantes adquirió una fragata capaz de transportar a sesenta cautivos cristianos. Cuando todo estaba a punto de solucionarse, uno de los que debían ser liberados, el ex dominico doctor Juan Blanco de Paz, reveló todo el plan a Azán Bajá. Como recompensa el traidor recibió un escudo y una jarra de manteca. Azán Bajá trasladó a Cervantes a una prisión más segura, en su mismo palacio. En mayo de 1580, llegaron a Argel los padres trinitarios (esa orden se ocupaba en tratar de liberar cautivos, incluso se cambiaban por ellos). Fray Antonio de la Bella yfray Juan Gil partieron con una expedición de rescatados. Fray Juan Gil, que únicamente disponía de trescientos escudos, trató de rescatar a Cervantes, por el cual se exigían quinientos. El fraile se ocupó de recolectar entre los mercaderes cristianos la cantidad que faltaba. La reunió cuando Cervantes estaba ya en una de las galeras en que Azán Bajá zarparía rumbo a Constantinopla, atado con «dos cadenas y un grillo». Gracias a los 500 escudos tan arduamente reunidos, Cervantes es liberado el 19 de septiembre de 1580. El 24 de octubre regresó, al fin, a España con otros cautivos también rescatados. Llegó a Denia, desde donde se trasladó a Valencia. En noviembre o diciembre regresa con su familia a Madrid.

Con toda razón dice El Hidalgo a su criado:"La libertad, querido Sancho, es uno de las más preciados dones que a los hombres dieron los cielos. Con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad se puede y debe aventurar la vida."

Con esto poco a poco llegué al puerto

a quien los de Cartago dieron nombre,

cerrado a todos vientos y encubierto

ya cuyo claro y singular renombre…

 Escribe estos versos en 1614 en Viaje del Parnaso:

Yo, que siempre trabajo y me desvelo

por parecer que tengo de poeta

la gracia que no quiso darme el cielo

En 1614 la muerte del autor está ya próxima, morirá dos años después, el 23 de abril, fecha en la que se le hace coincidir con el fallecimiento de Shakespeare, uno de los múltiples errores que circulan sobre la vida de Cervantes: Ni era manco ni coincidió en la fecha de su muerte:

         Lo cierto es que Cervantes si murió un 23 de abril según el calendario gregoriano, pero la fecha de muerte de Shakespeare sería 3 de mayo si usamos el mismo calendario. La coincidencia de fechas se da porque Inglaterra aún utilizaba el calendario juliano. Si parece, en cambio, que es cierto que el gran autor inglés conocía y admiraba a nuestro español universal, aunque el único dato seguro es que Shakespeare leyó la primera parte del Quijote y que hay una obra perdida de la que se conserva un resumen en la que el inglés retoma el personaje de Cardenio que  aparece en un episodio de la principal obra de Cervantes.

Cardenio es una pieza teatral perdida de teatro atribuida a John Fletcher y William Shakespeare, titulada Historia de Cardenio. También se conoce como "Historia del loco Cardenio" o, simplemente, Cardenio. La existencia de la obra se conoce porque fue representada dos veces por la compañía de teatro inglesa King'sMen en 1613. El nombre se deriva de un personaje ficticio de la primera parte de la novela Don Quijote de la Mancha (1605). Cardenio era un personaje que Don Quijote y Sancho se encontraron cuando iban por un bosque de Sierra Morena, en Andalucía. Cardenio les explica una historia de amor y desventura con una joven llamada Lucinda. La historia y el personaje impresionan mucho al Quijote.

Pero sigamos con Don Miguel de Cervantes Saavedra mirando el mar desde el puerto de Cartagena. Suponemos que la primera vez, joven, sin experiencia y huyendo de la justicia, no se fijaría demasiado en nuestra bahía.  La segunda vez, en 1581, cuando vuelve para embarcar a Orán, como espía o algo así. Tal vez. Lleva cartas secretas para el Alcaide de la plaza y el de la vecina Mostagacem. Recibe 100 escudos por ello. Ya ha estado cinco años cautivo en Argel, y el encargo lo toma como meritoriaje, equivocadamente.

         No son ocasiones gratas, pero él recuerda esta tierra a la que ahora ha vuelto por tercera vez, no para embarcar sino como recaudador de impuestos. Otro oficio, otro  destino, otro cúmulo de desgracias:

Tras un lustro de cautiverio en Argel, Cervantes regresa a Madrid. Tenía treinta y tres años y había pasado los últimos diez entre la guerra y la prisión; la situación de su familia, empobrecida y endeudada, reflejaba en cierto modo la profunda crisis general del imperio, que se agravaría luego de la derrota de la Armada Invencible en 1588. Al retornar, Cervantes renunció a la carrera militar, se entusiasmó con las perspectivas de prosperidad de los funcionarios de Indias, trató de obtener un puesto en América y fracasó. Mientras tanto, fruto de sus relaciones clandestinas con una joven casada, Ana de Villafranca (o Ana de Rojas), nació una hija, Isabel, criada por su madre y por el que aparecía como su padre putativo, Alonso Rodríguez.Cervantes se dedica a escribir comedias, aunque sabía que mal podía competir él, todavía respetuoso de las normas clásicas, con el nuevo modo de Lope de vega, dueño absoluto de la escena española. Las dos primeras (La comedia de la confusión y Tratado de Constantinopla y muerte de Selim, escritas hacia 1585 y desaparecidas ambas) obtuvieron relativo éxito en sus representaciones, pero Cervantes fue vencido por el vendaval lopesco, y a pesar de las veinte o treinta obras compuesta en esta etapa (de las que sólo conocemos nueve títulos y dos textos, Los tratos de Argel y Numancia), alrededor de 1600 había dejado de escribir comedias, actividad que retomaría al fin de sus días.

A los treinta y siete años, Cervantes contrajo matrimonio; su novia, Catalina de Salazar y Palacios, era de una familia de Esquivias, pueblo campesino de La Mancha. Tenía sólo dieciocho años; no obstante, no parece haber sido una unión signada por el amor.

Entre 1585 y 1600 Cervantes fijó su residencia en Esquivias, pero solía visitar Madrid solo; allí alternaba con los escritores de su tiempo, leía sus obras y mantenía una permanente querella con Lope de Vega, que había sido su amigo hasta entonces, pero con el que tuvo un enfrentamiento verbal y escrito hasta su muerte.

Muchas veces los estudiosos del mundo literario se han preguntado porqué un escritor tan prodigioso como Fray Félix Lope de Vega Carpio, reconocido desde temprana edad como “el monstruo de la naturaleza”, pero que además era agraciado, exitoso con las damas, famoso y adinerado, perdía su tiempo desacreditando a un hombre como Miguel de Cervantes, viejo, manco, con fama de poeta mediocre, desafortunado en amores, y para colmos, tartamudo, desdentado y paupérrimo?

Porque en verdad, Lope enquistó su enemistad con el autor de La Galatea desde muy joven, cuando aún éste no había conquistado la celebridad que le deparó la publicación de la primera parte del Quijote. Cuando esto último ocurrió, el llamado “Fénix de los Ingenios”, arreció con tal obsesión su animadversión que no son pocos los que aseguran que bajo el seudónimo de “Alonso Fernández de Avellaneda” se lanzó a escribir una segunda parte apócrifa, con el fin de dejar por el suelo el nombre, al fin reconocido, de su gratuito rival.

            Habiendo publicado Cervantes en 1605 la primera parte de Don Quijote de la Mancha se trasladó a vivir a Madrid a la Calle de la Magdalena, esquina a la de Francos, donde tendría como vecinos a don Luis de Góngora, entonces de 45 años, a don Francisco de Quevedo, quien contaba con sólo 25 años y a don Lope de Vega, de 40. A pesar del éxito obtenido por su libro y de la agradable vida de que disfrutaba en esos años, Cervantes, ya sexagenario, no pudo evitar el desprecio, la envidia y el antagonismo demostrado por el autor de Fuenteovejuna, por causas que aún se desconocen, pues hasta comienzos del siglo los dos ingenios eran, por lo menos, amigos de trato afectuoso: Lope había incluido a Cervantes entre los poetas esculpidos en el Palacio de la Poesía “La Arcadia” y éste había elogiado a aquel en su primera novela, La Galatea, en 1585.

Sin por qué y sin de dónde, en 1605, Lope escribió a un amigo: “No conozco ningún poeta tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe a Don Quijote“, a lo que don Miguel replicó ironizando sobre cómo Lope se había valido de poemas laudatorios de príncipes, damas y obispos para iniciar sus libros y que hacía gala de una erudición que no tenía. O simplemente afirmaba que era un pedante y un simulador de cultura.

            El Quijote apócrifo, publicado en 1614, fue escrito bajo seudónimo por Lope o por algún amigo suyo. Allí Cervanteses insultado y se le tilda de “viejo, manco, amargado y envidioso”. Además, y esto es lo más reprobable, se burlan de la pobreza y de la mala suerte que siempre acompañaron al Manco de Lepanto.

            En el prólogo de la segunda parte de Don Quijote, publicado en 1615, Cervantes se saca el clavo contra Lope: “No tengo yo de perseguir a ningún sacerdote y más si tiene por añadidura ser familiar del Santo Oficio, y si él lo dijo por quien parece que lo dijo, engañóse de todo en todo; que de tal adoro el ingenio, admiro las obras y la ocupación continua y virtuosa”.  Allí Cervantes aludía a la ordenación sacerdotal de Lope el año anterior, aunque su “ocupación” no fue ni sería jamás virtuosa. Cervantes murió al año siguiente y Lope lo sobrevivió 19 años. Con los siglos creció la gloria literaria de ambos, pero la de Cervantes fue tan grande que llegó a eclipsar la de su adversario.

Una vez más queda demostrado que la envidia es uno de los pecados literarios más inútiles y estériles, Ya en el capítulo 8 del Quijote en donde se cuenta lo que le sucedió a don Quijote yendo a ver su señora Dulcinea del Toboso dice el autor:

“¡Oh, envidia, raíz de infinitos males, y carcoma de las virtudes! Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo; pero el de la envidia no trae sino disgustos, rancores y rabias”. 

         En 1587 ingresó en la Academia Imitatoria, primer círculo literario madrileño, y ese mismo año fue designado comisario real de abastos (recaudador de especies) para la Armada Invencible. También este destino le fue adverso: en Écija se enfrentó con la Iglesia por su excesivo celo recaudatorio y fue excomulgado; en Castro del Río fue encarcelado (1592), acusado de vender parte del trigo requisado. Al morir su madre en 1594, abandonó Andalucía y volvió a Madrid.

Pero las penurias económicas siguieron acompañándole. Nombrado recaudador de impuestos, quebró el banquero a quien había entregado importantes sumas y en 1597, Cervantes dio con sus huesos en la Cárcel Real de Sevilla, donde permaneció cinco meses. En esta época de extrema carencia comenzó probablemente la redacción del Quijote, ya que se dice que en los diversos periodos en que estuvo presoaprovechó el tiempopara escribir parte de la que sería su obra más Importante: Don Quijote de la Mancha, publicada en 1604, 12 años antes de su muerte, es un pilar del canon literario, pero tristemente, Cervantes nunca recibió paga alguna por tan importante e influyente obra.

Entre 1604 y 1606, la familia de Cervantes, su esposa, sus hermanas y su aguerrida hija natural, así como sus sobrinas, siguieron a la corte a Valladolid, hasta que el rey Felipe III ordenó el retorno a Madrid.

 

 

¿Sabéis una cosa curiosa? No existe ninguna imagen del auténtico rostro de Miguel de Cervantes. Todas las ilustraciones que conocemos están realizadas teniendo en cuenta la información que él u otras personas de su entorno nos han dejado. Cervantes en 1613 se describe minuciosamente en el prólogo al lector de sus «Novelas ejemplares»:

«Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de "La Galatea" y de "Don Quijote de la Mancha"...»

Sin embargo, Lope de Vega era tan popular en aquel tiempo que
pasó por ser el vecino más famoso, tanto que se llegó a decir que en las casas del barrio además de un crucifijo colgaban un retrato del Fénix de los Ingenios.

 Ahora está Don Miguel de Cervantes Saavedra en 1602, mirando, tal vez por última vez, el puerto de Cartagena. Se ha desplazado desde Murcia, donde lleva una semana alojado por su actividad como recaudador. No ha podido resistir la tentación. Aún faltan dos años para que salga de la imprenta “Viaje del Parnaso”, pero él ya lleva en su memoria la imagen de este puerto, ¡él que ha visto tantos puertos! Puede afirmar en el último verso del piropo lingüístico dedicado a Cartagena que ante este puerto nuestro: Se postran cuantos puertos el mar baña,descubre el sol y ha navegado el hombre.

Ya lo dijo Andrea Doria un siglo antes: “No hay navegación más segura que Julio, Agosto y el puerto de Cartagena.

 

Con esto poco a poco llegué al puerto

a quien los de Cartago dieron nombre,

cerrado a todos vientos y encubierto

y a cuyo claro y singular renombre

se postran cuantos puertos el mar baña,

descubre el sol y ha navegado el hombre.

 

 

domingo, 10 de enero de 2021

 

LA INTIMIDAD Y EL DERECHO A LA PRIVACIDAD

 

Artículo 7 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea:

Respeto de la vida privada y familiar: Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de sus comunicaciones.

Artículo 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos:

Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.

Estos dos artículos me hacen pensar en todos los momentos en que dejamos nuestra intimidad en manos de otros, a la vista de muchos cuando utilizamos los medios informáticos para informarnos. Google me envía de vez en cuando fotos que hice o me hice tal día como hoy y aparecen imágenes que me alegran, me traen recuerdos de hace diez años o más, pero ayer me sorprendió: Me trajo a mi pequeño móvil los bares, restaurantes, tiendas, hoteles y los viajes que he hecho, indicando cuantas veces he ido a esos lugares y cuando. Pocas cosas me sorprenden en el mundo de Internet pero esto me ha hecho pensar y me pregunto ¿Dónde está mi derecho a la intimidad? ¿y si ese hotel o ese lugar que visité en algún momento era una visita privada?

Solemos criticar a los jóvenes que cuelgan en Internet fotos y videos, algunos curiosos y divertidos, pero todo queda registrado y puede ser utilizado en su contra en algún momento de su vida, pero no nos fijamos en que cuando preguntamos a Google por un lugar, por una receta de cocina o lo que sea, Google guarda y recuerda, guarda y recuerda y con las diferentes preguntas que le hacemos forma un gran puzle donde se forma nuestra imagen (esa que pertenece a nuestra intimidad) con aquello que nos gusta, aquello que no nos gusta, lo que opinamos…

Ya sabemos que la intimidad nos protege contra la invasión de ese ámbito por personas o instituciones como el gobierno y está garantizado mediante leyes, pero somos nosotros mismos quienes dejamos abiertas de par en par nuestra vida privada, nuestra imagen, nuestros gustos, todo ello cuando utilizamos los medios digitales puestos a nuestra disposición como Whatsapp, YouTube, Google o el uso de nuestro móvil, nuestra tablet o nuestro portátil y no me digáis que la solución es no hacer uso de ellos porque en el siglo XXI no es posible negarse a ello y además la inmensa mayoría padece (o padecemos) de NOMOFOBIA que es el miedo irracional a permanecer un intervalo de tiempo sin el teléfono móvil..

¿Os acordáis cuando exigíamos el derecho a la intimidad y el respeto de los demás cuando recibíamos una carta, cuando alguien nos llamaba por teléfono o cuando, de jovencitas, escribíamos nuestros sentimientos en un diario, que era inviolable? Ahora hay cámaras para ver los profesores a sus alumnos en su casa o los “jefes” a sus empleados cuando trabajan online desde sus domicilios o cuando estamos en la calle o en el banco o en cantidad de establecimientos. A través de nuestros móviles ya vemos que recogen información a través del Wifi y los jóvenes y menos jóvenes suelen llevar en la muñeca una pulsera que recopila información sobre su salud o su rutina de ejercicio físico. ¿Dónde quedó el derecho a la intimidad? Como alguien ha escrito “estos problemas de la era digital no la podían haber previsto en 1948 los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos”

En otro momento hablaremos sobre la libertad de expresión y su prevalencia sobre la privacidad…