martes, 14 de septiembre de 2021

Cuando llega Septiembre


Todos los años, Septiembre nos invita a preparar el nuevo curso, cerrando la puerta del apartamento ( o la del chalet o la finca según quien sea) guardar bañadores, pareos, camisetas y pamelas hasta el próximo verano, matricularnos en los dos o tres cursos nuevos, aunque de algunos de ellos nos demos de baja, porque no eran lo que pensábamos.

Ya en casa, abrimos el armario, nos miramos al espejo y al probarnos las prendas que dejamos en Mayo o Junio, pensamos que algo las ha encogido, quizás las bolsitas de ambientador o las pastillas antipolillas que pudimos antes de irnos de vacaciones. 

Avanza Septiembre y buscamos la dirección de un buen gimnasio, de una piscina, tal vez de un nutricionista o algún endocrino, porque esto no es normal, debe ser el metabolismo o un mal funcionamiento orgánico porque los helados del verano, la sangría, las cervezas y las siestas no puede ser.
Miedo me da volver a encontrarme con las amigas de siempre, pero no queda más remedio que aceptar sus miradas sorprendidas, sus sospechosos silencios al escucharnos pedir una cerveza o un vino en lugar de manzanilla o un té verde, rojo o negro.

Llega Septiembre y al igual que en Año Nuevo nos proponemos cambiar de estilo de vida pero sabemos que nada nos va a cambiar, seguiremos encontrándonos con nuestra gente de siempre, en los lugares de siempre, igual que todos los años cuando termina el verano.
Nota: Aunque el Levante me invite a dejar mi playa, no puedo hacerlo ¡Me quedaría siempre aquí!

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