En estas fechas de Navidad, Cartagena echa el resto a la calle porque sabe que los niños están de vacaciones y hay que hacer algo con ellos para que no estén todo el día en casa. En muchas otras casas han llegado los parientes a pasar estos días y efectivamente, al igual que con los niños que no tienen colegio, hay que sacarlos a la calle y el problema está en poder acudir a todas las actividades que hay programadas:
Exposiciones en el museo del Teatro Romano, en el Palacio Consistorial, en el ARQUA, en el Arqueológico o visitar la Muralla Bizantina o acudir a los ciclos de música clásica en los distintos templos de la ciudad y además vivir la calle con los mimos, los monitores de tiempo libre que maquillan a los niños o juegan con ellos, sin olvidar a los mensajeros y Carteros Reales que recogen cartas llenas de peticiones ilusionadas y visitar todos los belenes (el de la Glorieta, el de Santa Lucía...) y las tiendas y las compras y el encuentro con los amigos en esa hermosa zona peatonal en la que se ha convertido el centro de esta ciudad.
Y a todo eso, ¿donde está el ama de casa? cocinando, ordenando, planchando manteles, ordenando vajillas y cristalerías que no paran de entrar y salir del lavavajillas a la mesa y de la mesa de nuevo al lavavajillas y otra vez al armario y vuelta a empezar. La madre de familia, tanto si trabaja en casa como fuera, en estos días hace jornadas maratonianas para poder conciliar trabajo, casa, niños, parientes, amigos... Piensa en menús diferentes y apetitosos, repone la intendencia, atiende a las visitas, sale a acompañar a los demás y así un día tras otro.
Yo tengo la sospecha que la expresión feliz que muestran estas sufridas madres cuando pasa ante ellas la noche del día cinco de Enero la Cabalgata de Reyes, no es tanto por la ilusión del regalo que les puedan traer Sus Majestades, como porque con ese ritual termina para ellas los días de Navidad y sueñan con la vuelta de los niños al colegio y recoger el árbol y los adornos, guardar el Nacimiento y volver a la vida vulgar y rutinaria: los lunes lentejas, los martes gimnasio, los miércoles... - “¡Ah! y pedir cita a la endocrina esa de la que me han hablado, que dicen que hace milagros”.
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