En estos días que han pasado ha entrado la primavera, nos han cambiado la hora y las tardes son más largas. Por todo eso y porque ya ha terminado la Semana Santa, he cambiado el color de esta página.
Sin embargo no me resisto a hacer en voz alta algunas reflexiones sobre los días pasados. He visto y oído procesiones a lo largo de toda la semana y he notado que algo faltaba en las descripciones de todas las personas que se acercaban a un micrófono para hablar de nuestra Semana Santa: Todos han alabado el orden, el arreglo floral, el peso del trono, la belleza de los bordados, y todo lo dicho responde a la verdad, pero... a lo largo de las dos horas de retransmisión de cualquiera de nuestras procesiones no han caído en la cuenta de lo que significaba el paso de las imágenes por las calles de nuestra ciudad.
¿Hemos perdido el norte o nunca lo hemos tenido?
Semana Santa, Pasión de Nuestro Señor, Redención, Amor, Soledad, Perdón... Nada de lo que constituye el fundamento y la razón de nuestros desfiles pasionales ha sido mencionado en las múltiples entrevistas hechas por los medios de comunicación. ¿Vergüenza? ¿Miedo a herir la sensibilidad de alguien? ¿Olvido? ¿Rutina?
Tenemos una de las más hermosas Semanas Santas y desperdiciamos la ocasión hablando de precios, de novedades, tamaños, pesos y cantidades de flores y luces y... ¿la razón por la que sacamos esas imágenes a la calle?
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